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martes, 31 de diciembre de 2019

Torrencial


No sé si ya hablé de esto pero vuelvo a hacerlo. No tengo ganas de meterme en lo desconocido que proponen las grandes obras del siglo anterior ni el anterior. Tengo una terrible deuda con toda esa gente. Joyce, Proust, Tolstoi, Dostoievski, Jane Austen, y hasta el mismo Henry James, que escribía pensando que se venían tiempos rápidos.

Hace poco fue que terminé de leer todo Salinger y quedé muy impactado. La construcción de un mundo privado, el manejo de esas frases extensas y concsisas. La tensión, los momentos, los diálogos y esos personajes tan reales, me hicieron reformular todo lo que creía que sería la construcción de mi literatura. Primero, la literatura no es mia ni lo será jamás.
Segundo, no sirve contar si no te lee nadie, aunque eso te da libertas para decir lo que quieras y entrar en lo torrencial.

Es asi como llegue a la lectura sin saber bien cómo de Roberto Bolaño. 2666 precisamente. Y lo único que puedo contar por ahora es el dia en que conseguí tal book.

Fue un domingo. El día que compré la novela, la última novela de Bolaño, escrita prácticamente desde la tumba, y vi ocurrir un hecho que es digno de contarse.
Un tren le pasó por encima a una persona en Temperley.
Recuerdo todo como si hubiera sido hoy. Ahora en el presente en viaje al pasado. Llovía. En forma de garúa. Hacía frio, era invierno. Había ido al Parque Centenario donde había visto el libro el viernes anterior. La señora muy amable me había ofrecido la edición histórica de Anagrama y por cien pesos menos terminé llevándome la que había sacado actualmente Alfaguara. No me reproché eso hasta pasado un buen tiempo y emprendí el regreso por la avenida que rumbea el parque, doblé esquinas, hasta dar con el otro parque, Rivadavia. Tomé la línea A, combiné, y estaba en Constitución. Sin saber por qué, decidí venirme en el primer tren/convoy que saliera, en vez de esperar la partida del de Claypole, para combinar a Varela. Viajé mirando el libro, cuidando de que las gotas de agua que manaban de la bolsa no lo hubiesen mojado. En Temperley bajé. Debía hacer combinación. Y fue ahí cuando ocurrió lo que les quiero contar.
Cruzaba el puente de fierro cuando escuché fuerte, y cada vez más fuerte, la bocina del tren. Siguió sonando y sonando. Cerré los ojos porque el tren se detuvo en mitad de camino. Se notó que no alcanzó a frenar.
La secuencia me trasladó rápidamente a donde se empezó a amontonar la gente. No se podía ver nada, ni siquiera donde estaba el occiso, y tampoco se escuchaba nada. Divagué un rato sobre qué hacer, hasta que decidí rodear el lugar e ir por el otro andén, a ver la fatalidad hecha carne. Junto a otros curiosos, fuimos y allí estaban el guarda/chancho con sus secuaces, y  un vendedor, el que habla con la Z. Todos vimos como el accidentado estaba vivo. Vivito y coleando, sin un rasguño. Bah, eso no lo pudimos ver bien. Un milagro. Eso de que te pase un tren y no te deje en pedazos, ya es un milagro. Volví al andén, nos hicieron ir a otro, tomamos el tren, llegué a Mi ciudad, caminé hasta casa y comencé a leer el libro que jamás pensé iba a terminar. Como un alma tranquila.

Un infierno dentro de un inmenso paraíso de almas tranquilas. Fíjense, sino.
Si quieren puedo pasarles el libro por pdf. Escribanme un comentario con su mail y se los mando.

Ahira estoy leyendo El arcoiris de gravedad, de Thomas Pynchon. Y me parece una locura, la misma locura torrencial.



sábado, 21 de diciembre de 2019

Cosas visuales de Kutruly

Estos son algunos trabajos de mi autoría


Es una especie de experimento nuevo que les quería conpartir.

Un saludo

Kutru

lunes, 9 de diciembre de 2019

La refundación del blog

Bueno, gente del blog, comenzaremos por poner en orden las cosas de este maldito blog y ponerle un poco de pimienta.

Entonces Juan Kutruly hablará de las cosas que a él gustan, que son los libros.

Charly hablará sobre las series.

Antonio Bamderas sobre los negocios y el capitaliasmo actual.

Por ahora, ese es el staff hasta que sumemos mas gente


Siempre hemos pensado que no teniamos nada que decir. Ese pensamiento será la vaya a derribar.

Lo regalado es mio. Y se acabó.