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sábado, 22 de enero de 2022

Cartas a la novia en busca de la sensibilidad de la academia

 Las palabras son importantes Yiley. Y si, estoy un poco loco, si. Y tal vez enojado, triste. Por el dia, porque no me gustó como me trataste ayer ni hoy a la mañana al despertarnos. Y como me trataste? No lo sé. Estoy un poco sensible. Y me preguntó si yo te traté de una manera que te molestó y no me lo dijiste. No es una recriminación. Es lo que me pasa. Tal vez sienta que todo viene medio medio porque no me gusta mentirme y porque venimos muy cansados y porque yo tambien no me comporté en la semana bien al estar apurado, al quererme ir y asi es muy dificil. Ayer tambien intentamos abordar un poco esto que nos pasa y quizas quedaron los cables corticircuiteados. Solo eso. Importan las palabras. Y hoy ni un mensaje nos mandamos. Yani vio eso, tenia razon. El dia no acompaña. Quiero llorar. No hice nada mas que pensar en nosotros (en tus diarios, en la importancia que le das a las personas, a las cosas, a la comida de determinado tipo), luego dormí, almorcé, miré una serie de mierda y limpié la pieza que pronto no falta mucho me iré. Escribir, nada, no puedo escribir así, de esa forma y en ese estado deplorable. Asi que dejé mis re pelotudeces, agarré mi mochila, puse un libro cualquiera y me tomé el tren. Llovía. Entré al tren y leí. Los sábados a la noche el Roca es un desierto. Gente que llega a la ciudad a divertirse,  envolverse en su delirio. Cuando todo en realidad es fantasía y posterior desolación. Llegué a Constitución. Me colé en el subte. Y caminé las cuadras bajo la lluvia. Entré a un heladería. Entré a una casa de comidas. Caer con las manos vacías, llenas de nada. De cosas que tapan otras cosas. Empapado. Toqué timbre. Me abriste la puerta. Nos miramos. Tenía que llover.