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sábado, 10 de diciembre de 2022

Modo mundial 7

Cómo viven un partido los muertos. Los muertos no juegan más que como espiritu. Cómo viven un partido los vivos. Pareciera que es lo unico que importa. Ventajear, cancherear, guapear. Y gritar como locos. Con el corazón latiendo a mil revoluciones por segundo. Con el corazón a punto de romperse en mil pedazos. Los latidos se aceleran inesperadamente para dar paso a la emoción. Sufrimiento luego alivio. Cómo se vuelve después de eso, volviendo. Veamos mejor qué fue lo que pasó. 

El partido había arrancado bien. Todo estaba controlado, con el dos a cero había un literal -leve- desfile. Se bajó un poco la guardia. Y eso hizo que el rival pusiera todo -sabiendo que se iba a casa- y a pelotazo limpio y juego sucio con empujones y bravuconadas, descontó casi de casualidad quedando dos a uno. Ahí el partido cambió y fue otro. Fue como si la cancha se hubiera inclinado con viento encontra. 

Hay una parte que suele repetirse en las peliculas de un cineasta bastante famoso que no me acuerdo el nombre que es un ventilador girando, produciendo el efecto hipnótico en quien lo ve. Un efecto de que hace calor. Eso pasó en el empate dos a dos. Calor, termodinámica. Y si el partido seguía en esa lógica lo lógico hubiese sido el vapuleo.

Y no sé qué pasó bien, pero el rival se volvió a achicar. Como una naranjita. Sin expliación. O no. Si. Si, sabemos lo que pasó. Ensuciamos el partido como lo habían ensuciado ellos. Ojo por ojo. Diente por diente. A nosotros en esa no nos van a ganar. Quieren calentar el partido, nosotros lo prendemos fuego. Esto no es el partido por la pipa de la paz ni un partido de beneficencia para viejas de barrio. Acá hay gente que se está jugando la vida. Hay comercios, dinero, que han puesto bastante de su ánimo en pos de todo este quilombo. Hay billutería, hay merchandeising. Da bronca que jueguen con la gente. Y se fue el temor de los fantasmas del recuerdo lejano que se acercaban en forma color naranja. Y el equipo apareció a través de confianza y ritmo. En los penales era cartón pintado. La suerte estaba como cantada. Se sabía que había como un plus, y más con todo ese puterío que se había hablado en la semana que genera calentura y si al arquero se lo apoda igual que a un dibujito animado de la infancia, la vaya estaba cubierta. La magia pasaría. Y pasó. Se pasó.

Cómo podemos usar todo esto para lo que viene, para nuestro límite con la vida diaria. La dicha. Desde el cielo empezó a llover, casi como un milagro de Dios.  

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