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domingo, 31 de mayo de 2020

Ciorán y los domingos

Mi viejo compró un equipo de música JVC que tiene una altura de 1 metro y es parecido de alguna manera a mi hermano y a mi, y eso me molesta, me dijo un amigo escritor llamado Juan Kutruly. Un amigo que deambula por las universidades sin encontrar rumbo. Esto es claramente un síntoma de la soledad que atraviesa su padre, y así como hay gente que para palear la soledad tiene una mascota o una planta, hay quienes compran algo electrónico para el mismo fin. Claro que esto no se lo dije sino que me lo guardé para ver si podía escribir sobre ello en alguna oportunidad. Emile Ciorán nació en Rumania en 1911 y murió en Francia en 1995. En el medio se hizo filósofo y pesimista, aunque el objeto de este ensayito sea el de refutar esa falacia cliché estereotipada con la que se denomina a un filósofo que padeció, como todo el mundo, su época.
Ciorán es un aguafiestas, un gruñón, un maldito, un lúcido, un despiertamentes, un tipo escéptico que no cree ni en sí mismo ni en nada ni nadie. No lo invitaría a comer ni le presentaría a mi mujer, porque Ciorán es malo. Esa es la premisa de la que se parte cuando se lo lee y cuando se lo interpreta. Pienso, con todo respeto, que eso es una equivocación. Un vecino saca la basura y ese simple hecho es capaz de hacer aparecer a toda la masa Ciorana que deambulando por las facultades dándoselas de académicos no solo en contra de ese vecino que saca la basura, sino de ese sistema que fomenta la desaparición de la basura por las noches cuando nadie ve hacia un lugar que nadie va. Escondamos la basura y mientras leamos a Ciorán. Desde Louis Ferdinand Celine(autor de Viaje al fin de la noche, lectura ferviente de los beats, de Jim Morrison, de los surrealistas) hasta Michel Houellebecq (el autorstar del momento), todo el mundo que surge no sale de Ciorán. Todo el mundo lo nombra. Todo el mundo lo cita. Lo plagian hasta el cansancio. Y Ciorán no buscaba eso.  Cuando la verdadera lectura que debería hacerse es esa. Ciorán da armas para emanciparse.
En la dificultad de no caer en lo dicho ni en el estereotipo, es que no puedo dejar de hablar del hermano de Juan Kutruly, el equipo de música JVC. Es un equipo color negro, última generación, que puede hacer reventar una casa con solo encenderlo y darle candela. Da la música que de seguro Juan Kutruly no debe dar. Es una bendición que a mi amigo le haya ocurrido esto porque lo pone en estado de incertidumbre, en estado de máxima tensión. JVC ha llegado a la casa para ponerle onda, para integrarse. Ciorán integra todo.
Parte de nadie pero en realidad parte de Diógenes y Epicuro y llega hasta Camus y Sartre, pasando por el alemán Oswald Spengler, con el objeto de barrerlos. Ciorán quiere posicionarse como el filósofo francés, pero su condición de bastardo lo ubica en los cenáculos oscuros de la academia, para que nadie lo encuentre. Es ahí que repite el paradigma Kantiano y pasa gran parte de su vida entre las paredes viendo como los demás son admirados y él no. Esto es vital para su filosofía y lo hace único. Como Kafka, su éxito se condena a suceder luego de su muerte y sus lectores surgen en otro tiempo. Que bendición, escribir así.
Mientras tratemos de bailar, de leer, de estudiar, de salir y volver a entrar, tengamos una vida austera. Métanle, ustedes son Cioranistas y así creen, todo el tiempo. Describan una escena que vivan y nómbrenlo a Ciorán, porque está en todas. Úsenlo a su favor. Tengo poco que decir sobre el tema. Debo leer a Ciorán. Cuídense de  los “sorias”, como diría Laiseca, que están y estarán en todas partes, por los siglos de los siglos. Lean a Saer, a Haroldo Conti. Tambien y por qué no a Jose Pablo Feinmann, Osvaldo Soriano, El negro Dolina, Dal Masseto. Lean las columnas de los viernes de Juan Forn. Lean lo que los escritores escriben sobre la vida, que no es tanto ni mucho. Los dejo, voy a sacar la basura. Pasenla joya. Rezo por ustedes. Amén, como decía el tío Leonard en esta canción:



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