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domingo, 31 de mayo de 2020

El futuro


Cuando se levantó esa mañana, Evaristo Achita, notó que el vagabundo Zanahoria con el cual había pasado la tormenta ya había perdido su apariencia. Entonces le dejó la sabana que le había prestado sobre un carrito como el que hay en los supermercados y salió disparado a enfrentar el día. La primera persona que asaltó fue una vieja que volvía de comprar el pan. Apenas le alcanzaba para comenzar el día. Así que entró en un almacén que un viejo amigo le había recomendado porque dentro del almacén había carga virtual y ahí si que salió con un botín mas importante. Que pedo, se dijo, cuando vio a Mármol, un hermano del camino que se encargaba de la estación Constitución. Junto a Mármol había otros dos sujetos de apariencia descuidada.
-Estos dos me laburan los trenes antes, y después me vienen a ayudar de querusa- arguyó Mármol.
Y vos, le preguntó con toda la curiosidad Evaristo Quinsada, que para esa altura del dia ya había dejado de tener nombre y había pasado a ser parte de la sociedad no deseada.
-Te podría preguntar lo mismo, guachín, vos donde laburás, ¿No querés laburar conmigo en los trenes? Después seguimos en Constitución-contestó Mármol.
Evaristo Achita pensó que con lo que había hecho ya le alcanzaba, así que prefirió evadir con elegancia la propuesta del Mármol, sujeto que metía miedo por donde se lo mirase. Evaristo se subió al tren y fue hasta el Once a comprar mercadería. Volvió para la zona de Consti y ahí ya estaban trabajando Mármol y sus secuaces en una escena que solo Evaristo podía detectar entre toda la gente que circulaba para hacer sus quehaceres. Se tomó el tren y ya en el mismo, siempre espiando que no hubieran vendedores al acecho, empezó a ofrecer lo que tenía. Como nadie le compraba se bajó en Lomás, porque ahí iba a haber ese movimiento de gente que su oficio requería. Sin embargo, prefirió alejarse de la multitud y llegó hasta un barrio alejado. Un cartero se avecinaba. Al cartero no se le roba, le había dicho su amigo Zanahoria. Entonces notó que la podía hacer. Y la hizo. Escapó con la bici del cartero y todas sus cartas en dirección a Temperley.
Dos chicos conversaban con un pila de libros cuando Achita llegó hacia ellos. Se presentó como un cartero que estaba vendiendo medias. Pero los chicos hicieron como que no lo escucharon. Achita insistió. Ahí fue que lo cagaron a  trompadas.

Entonces le preguntaron a Leonard, sobre lo sucedido y Leonard esto dijo:
¿Qué opinión le mereció la muerte del poeta?
Ya era muy difícil hablar de él sin calumniarlo en su momento. Y acá no vamos a hacer leña del árbol caído. Su vida fue un ir y venir. Un detenimiento. Un tomar distancia. Un envión. Una llama, y el apagón de esa llama. No se cuál es la magnitud de la misma. A cuánta gente le gustó su poesía, o por lo menos, llamó la atención. Primero porque no era un poeta que decía ser poeta, era una persona común y corriente. Segundo, porque era un amigo, y bueno, como  a toda la gente que es amiga, cuando muere, uno tiende a recordarla bien.
Fuera de eso, ¿Cuáles son las consideraciones acerca de su obra?
¿Fuera de qué?
De que se haya considerado el poeta un hombre común y de que haya sido su amigo.
Ah, eso, bueno, es una apreciación mía. Y era amigo porque era amigo. El otro tema es más abarcable. Con todos los poetas que ha habido, pensarse a si mismo como poeta es un gesto de vanidad, creerse poeta. Yo le preguntaría siempre a esa persona tantas cosas. Pero volviendo a la obra del poeta, creo que por momentos hay poesía. Una poesía rara. Tengo presente cada libro porque fui su amigo, pero en cada libro hubo un momento por lo menos de poesía en el que me dije: si, acá. Y después por ahí esa sensación se disipaba. Como si el poeta no hubiera querido que nadie se entere de que eso era poesía. Y entonces enmendaba con lo demás, tal gesto.
No entiendo, ¿Usted dice que el poeta simulaba ser poeta?
No, digo que hay momentos de la obra en que parece poesía lo que no lo es  y no parece lo que lo es. Ahí el poeta. Pero esto, viejito, es una apreciación personal.
¿Podría señalarnos algún poema para tener una mejor visión al respecto?
Te voy a pedir prestada la antología, y buscaremos al azar, a ver. Miremos este fragmento:
Árbol sobre mi cabeza/, sostente un poco más/ déjame arrojarme desde ti, tranquilamente puede decir algo, como no decir nada. Bueno, en este gesto, que implica una acción, ahora que ha pasado el tiempo, veo poesía en una palabra. Y en como esta está dibujada, ¿me explico? La palabra es “sostente”, segunda persona del singular del imperativo afirmativo de sostenerse. Con el tiempo uno deja de vivir poéticamente y se convierte en alguien formal. Por no decir un viejo choto. Quizás el poeta, en ese poemita de juventud, vio algo de eso y puso esa palabra. Una forma de decirle a la juventud que se iba, sostente. O a la juventud que venía, sostente. Quizás haya sido un accidente. Bueno, no estaríamos conversando vos y yo.
Coincido en ese aspecto, se podría hablar de la obra del poeta como una primera etapa de juventud con un estilo tardío. Una segunda etapa de estilo caótico. Y una tercera de fortaleza.
Bueno, quizás sea un poco apresurado pero si. El último estilo, si así vamos a llamarlo, es una consideración, un vestigio de algo que todavía no podemos ponerle casilla. Se podría pensar como la etapa donde verdaderamente hay poesía que trasciende. Pero las verdades, querido amigo, no se si trascienden.
Usted se refiere al concepto de Nietzsche y la ficción.
Si, pero también a lo que pensaba el poeta al respecto. Le interesaban, dentro de lo tanto que le interesaba, el concepto de verdad. Y de cómo esta podía ser puesta en duda a cada momento.  Eso de creerse ficción  se lo creía. Y teníamos largas charlas sobre el tema. Ahora que murió, podríamos decir que obra trascendió, pero para quién, ¿no? Todo indica que es una palabra pantanosa que molesta. Y tal vez una equivocación a priori. Pero mierda, estoy hablando como un académico. Bueno, en cierta forma es para rendirle homenaje a mi amigo el poeta. Teníamos muchas diferencias.
En concepciones estéticas.
Si, yo pensaba que la poesía era mierda que molesta. Y el pensaba que la poesía era la exaltación del ser por la palabra. Dos concepciones totalmente opuestas. El era un poeta...
Un poeta feliz.
Si, como lo fueron pocos. Y acá entramos en otro terreno. Siempre estuvo la idea de que la persona que escribe es sufrida, llorona, resentida, despreciable. Y ha habido ejemplos de que no. Como Cortázar. Aira. Kurt Vonnegut. Gente que ha enaltecido la poesía para bien.
Casualmente esa es gente que no escribe poesía.
¿Y eso quiere decir que no hay poesía en lo que escriben?
¿Cómo sería eso?
Mi poeta preferido, y esto es ponerme a decir cursiladas, es Nicanor Parra. Un tipo que no le hacía asco a nada para decir que eso tranquilamente era poesía. Eso debe hacer un poeta. Hacer que el árbol no crezca torcido. Aunque nos moleste. Baudelaire es eso. Es difícil, hasta yo no entiendo lo que dije.
El poeta, cree que hizo eso.
¿Entenderse a si mismo? En algunas partes si. En otras no. Como toda persona que ha hecho carrera en la poesía. Pero no creo que la poesía sea eso. Sino mas bien todo lo contrario.
¿Considera que el poeta quedara en la historia de la literatura argentina?
No lo se ni creo que eso le interese ahora ni nunca al finado poeta.
¿Cómo era su relación con el en estos últimos tiempos?
Por correspondencia, estoy haciendo lo posible con la gente de la editorial para ver si eso se vuelve publicable.
¿Por que cree que se haya suicidado?
Descreo que haya sido suicidio porque como dijo Macedonio Fernández, el suicidio ha vuelto genio a cualquier mediocre, y mi amigo sabia eso a rajatabla.

Es curiosa la manera que dicen que se fue Leonard al otro mundo en el medio de una partida de poker, levantandose de la mesa discretamente sin llamar la atención. Confiando que sus amigos no revisarían que juego se traía entre manos.

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