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domingo, 31 de mayo de 2020

Adiós a la amistad

Dedico este texto a mi amigo Hormigonio, poeta, músico, artista experimental.



Dicen que si querés viajar a cualquier parte del país y no podés hacerlo en avión, tenés que ir a Retiro y preguntar. Eso cuando todo era supuestamente normal y podiamos salir a la calle. Ahora todo eso ha cambiado. Allí estaba Juan Kutruly luego de una semana que había empezado tranquila hasta volverse caótica. El lugar en donde estaba sentado escribiendo estaba lleno de palomas y de gente y de ruidos de gente hablando y tensión.
Ayer se había reunido con su mejor amigo el poeta Soto, autor de dos libritos de poemas que de magnitud desbordante y caótica no habían podido dar el salto de lo que literariamente se esperaba del mismo. Porque Kutruly decía, mientras caminaban por la Avenida Corrientes:
-Tenés que tensar más el arco de la poesía.
Y ahí Soto parecía no escucharlo porque Kutruly se ponía a monologar y a exagerar hasta llegar al Nobel.
Hacía un rato que se habían juntado en Constitución para ir de librerías y Soto contado los pormenores de su relación menage a trois con dos estudiantes de filosofía llamadas Victoria, de 18 años y Yamila, de 29, contando especialmente sobre ésta última algunos pormenores muy interesantes que Kutruly se reía sin parar. Al salir de Constitución y atravesar los molinetes, un sujeto los abordó y les pidió si por favor no tenían algo de plata porque le faltaban $50 para poder viajar a su Bahía Blanca querida. Soto se los dio y continuaron caminando hasta bajar al subte y tomarlo. Ya en Corrientes, entraron en una librería y salieron ilesos de la misma con un botín de tres libros actuales: Castellano Moya, Bukowski y Sábato. Fueron a otra librería y salieron con Jane Austen, Sábato nuevamente y una antología de poesía inglesa. Continuaron caminando y hablando filosofía hasta que los abordó un sujeto que vendía medias. Kutruly salió del paso rápidamente. Y entraron en otra librería. No pudieron salir con nada porque un vendedor les hizo marca personal. Decidieron parar en un Mc Donal’s para pensar y continuar conversando. Subieron al segundo piso y notaron que el lugar estaba vacío; pronto iban saber por qué.
El relato se dispersó en los forcejeos de Kutruly con su tesina que lo había excedido, al desviar y centrar-más bien fingir- sus fuerzas hacia el taller que habíale permitido su entrada a la cárcel. Le contó a Soto quienes eran cada quien del taller y le contó lo perdida que tenía que estar una persona para poder ir a un taller como ese a las 9 de la mañana cada jueves . Soto, en su postura derechista, infería que en el taller no laburaba nadie. Entonces le contó cambiando el tema, de sus desarrollos sobre Unamuno, y las lecturas de Borges y Cortázar y Ferrater Mora como ejes principales de su investigación. Kutruly hacía que lo escuchaba, porque tenía en mente la reunión a la que lo habían invitado las dos coordinadoras del taller a una reunión en un Starbucks, para hablar sobre su desempeño en el taller, y cosas con las que Kutruly había comenzado a delirar desde que se le avisó de la reunión. Antes de salir de casa hacia Consti, una de las chicas le había mandado un mensaje de que no podría ir, pero que fuera con confianza que la otra chica si.
Misterio, dijo Soto, trampa, incendio.
Espero que no sea humo, quiero caer en la trampa, arguyó Kutruly, sin saber que había argüido.
-Quiero caer en la trampa y terminar en su casa.
Soto rió mucho cuando Kutruly empezó a contar sus sospechas y empezaron enseguida a conjeturar sobre la reunión que eso comenzaba a tomar forma de cita amorosa. Luego hablaron sobre viajes y sobre personas y cuan valioso era eso, ambas cosas. Tierra, macetas de mil pesos.
A la salida del Mac, negaron a un vendedor de la revista Hechos de la forma más displicente, compraron garrapiñadas, vieron a un tipo leyendo Deleuze mientras fumaba un cigarrillo, y fueron hasta el lugar de la reunión, pero tardaron en encontrar el Starbucks. Un personaje secundario los guió y Soto dijo: A la mierda los personajes secundarios.
Volvieron a la boca del subte A y se despidieron y Kutruly le pidió que a Soto que fuera a verlo caer en la trampa y empezó a contarle el final de la trilogía de Batman de Christoper Nolan.
Ahí se perdieron y Kutruly entró a la reunión y Soto se quedó mirando desde la esquina hasta que se cansó y se fue a casa.

Pero Soto no se fue sino que hizo cosas que el narrador de este relato no sabe como contarlas por miedo a que el amigo se enoje. Además hoy dia Kutruly no sabe nada de su amigo porque están peleados y ambos se creen poetas y ya ni saben ni por qué.


1 comentario:

  1. Agradezco la dedicatoria del texto junto con el tema "the past recedes" q hace acordarme lo mucho que me gusta y la nostalgia q recibo al escucharlo.
    Tu narración es estupenda, me agradan las historias de Kutruly. Me tomé una cervecita y cené polenta mientras leía esta publicación, así que ahora que tengo la panza contenta y el corazón lleno te digo: Gracias, seguí escribiendo así puedo seguir leyéndote. Abrazo.

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